3.0- CIFRADO DE ACORDES

En el bloque anterior hemos analizado las relaciones bicordales entre una nota raíz y sus respectivos intervalos teniendo en cuenta la naturaleza del temperamento igual y sus aproximaciones a los sonidos de la serie armónica. En este tercer bloque ampliamos la perspectiva formando estructuras compuestas por varios sonidos atendiendo a las relaciones interválicas que se generan.

Por definición un acorde es la agrupación de tres o más notas ejecutadas simultáneamente. Cuando las notas del acorde son alternadas rítmicamente hablamos de arpegio. La polifonía renacentista deriva progresivamente en la aparición del acorde como consecuencia de la consonancia existente entre la fundamental y los intervalos de tercera y quinta. La armonización de las diferentes voces en el contrapunto renacentista termina por consolidar la utilización del acorde y la estructura armónica en el periodo barroco.

El cifrado de acordes es un tipo de escritura musical que permite referenciar la armonía musical sin necesidad de escribir todas las notas del acorde en el pentagrama. Es de gran utilidad en la improvisación para conocer la estructura armónica sobre la que desarrollar una melodía solista o un acompañamiento, pero también lo es a la hora de componer o escribir arreglos musicales.

Durante el periodo barroco el bajo continuo era la técnica utilizada. Con un cifrado numérico en la línea del bajo se referenciaba el acorde y la inversión a realizar por el teclista acompañante a quien se le concedía la licencia de realizar la ejecución libremente.

A partir del clasicismo y durante el periodo romántico se tiende a escribir con gran detalle la ejecución musical al completo, con lo cual el uso del bajo cifrado se reduce prácticamente a sus aplicaciones didácticas en el estudio de la armonía.

En nuestro estudio utilizaremos el sistema del cifrado americano. El Jazz americano popularizó su uso durante el siglo XX y su aplicación progresivamente es incorporada en otros estilos musicales.

Atendiendo a la distribución interválica, es posible construir un acorde por saltos de tercera, por saltos de cuarta-quinta, por saltos de segunda, o por la combinación de los anteriores. Comenzaremos por desglosar las clásicas triadas y sus inversiones, ya que son históricamente el origen de los acordes. Las estructuras formadas por sucesiones de terceras dan lugar a la formación de los acordes de séptima y a los acordes extendidos. El enfoque cuartal, los «acordes cluster» y los poliacordes son de incorporación más reciente (finales del XIX, principios del XX), por lo que no suelen ser tenidos en consideración en los enfoques más conservadores.

Por otro lado, veremos también como la sonoridad de un acorde puede variar en función de la disposición de sus notas. Las inversiones a veces modifican por completo el efecto acústico que se genera y son bastante frecuentes las ambigüedades en las que un acorde híbrido puede ser interpretado de diferentes maneras. Por lo general es el contexto el que determina cuál es el enfoque más «correcto», aunque tampoco está de más valorar que el cifrado de acordes no deja de ser un convencionalismo que nos permite estructurar los sonidos para analizar y comprender su manejo, no es un fin en sí mismo.